Estaba yo sentado sobre un tronco, en la parte derecha para no situarme encima de los líquenes anaranjados y de la humedad que desprendían. Mientras me tomaba mi bocata de jamón ibérico con tomate, observaba el bello ecosistema que a mi alrededor tenía.
El río chisporroteaba dulcemente dando lugar a una sensación de tranquilidad y dulzura, como si de un cuento se tratara. En sus aguas se encontraban pocos peces, demasiado pocos para la cantidad de vida que parecía albergar. Los chopos situados sobre mí se encontraban en la fase de cambio de hojas, muchas incluso habían caído al suelo, formando una alfombra sobre este. El color de las hojas de los chopos era una combinación entre el verde primaveral y el amarillo otoñal, lo que creaba un espectáculo de color. A mis espaldas se encontraba una especie de casucha abandonada de piedra, que aunque se podría pensar que quitaba algo de belleza al lugar no hacía más que complementarlo.
La fusión de todos estos elementos resultaba ser un paraje natural impresionante, que te hacía comprender por qué estaba protegido. Lo único irritante era la larga cuesta que más tarde debíamos de subir para volver y los gritos de la multitud en el bosque. Solo quedaba disfrutarlo mientras allí estuviéramos.
Rubén Juidíaz. 3º A
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El jueves pasado
fuimos todo tercero a visitar las hoces
del río Duratón en Segovia.
El trayecto en
autobús se hizo largo pero al final llegamos a un pueblo llamado Sepúlveda en el que almorzamos antes de visitar un museo y ver un video.
Más tarde, hicimos una
senda a orillas del río Caslillas, afluente del Duratón, que también tenía hoces, pero más pequeñas. A mitad de la caminata paramos a comer durante
una hora. Al reanudar la senda nos encontramos con una antigua central
hidráulica abandonada que daba un aspecto al río más acogedor y donde nos
hicimos unas fotos, en fin que no visitamos el río Duratón, pero el Caslilla cinco veces más pequeño con
un caudal y un cauce menor, nos pareció
también muy espectacular.
Este singular paisaje que han ido formando los ríos debido
al terreno arcilloso sobre el que se encuentran, está formado por varios ecosistemas.
Arriba, los páramos
rasos y secos cuentan con poca
vegetación y fauna ya que están expuestos sin protección al dificultoso clima segoviano.
En medio los cortados
formados por huecos y piedras que sobresalen son el lugar perfecto para el
refugio de aves como el buitre leonado principal personaje de este paisaje, halcones, águilas, etc.
Debajo, en el
ecosistema de rivera, encontramos al río
acompañado de peces como truchas, árboles como sauces, y animales como ardillas, jabalíes y la presencia
abusiva del hombre que estropea este maravilloso lugar.
Paco Pacios. 3º A
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El cañón que hay en las Hoces del río Duratón se encuentra pasada la ermita de San Frutos. Está formado por roca caliza, desgastada por la erosión del agua y el viento durante años. Sus aguas son verdes y sombrías. En la orilla podemos encontrar árboles altos y de un color entre amarillo y lima, encima de ellos hay unas rocas escarpadas, grises y anaranjadas, en esa parte los árboles son más pequeños y oscuros. Cerca de las rocas hay un camino que rodea el cañón y en el que después se produce una bifurcación en la que las dos partes nos llevan a la orilla del río. El precioso paisaje que podemos observar es duro y hostil, pero se suaviza con el color verde de la primavera.
Si miras hacia arriba se pueden ver cuatro buitres que vuelan en círculos con sus enormes alas desplegadas, planeando majestuosamente sobre nuestras cabezas; y otros dos, en una cueva a media altura incrustada en la roca, posados relajadamente.
Si seguimos el camino se pueden visitar las ruinas del Monasterio de la Hoz, construido con las piedras de los alrededores. Pasada esta parte, una de las más inaccesibles, las paredes se hacen más verticales y el desfiladero más angosto hasta que es imposible seguir caminando por el cañón. Este paisaje posee una gran belleza y me gustaría haber podido ir a la excursión.
Beatriz Hernández. 3º A