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jueves, 27 de octubre de 2011

¿QUIÉN ERES? POR FAVOR, NO ME DIGAS LA VERDAD

Héctor y yo somos mejores amigos. Yo se lo cuento todo y él me lo cuenta todo. Por ejemplo, el otro día me iba a contar un secreto muy grande según él, a la vuelta del colegio. Pero justo cuando me lo iba a contar, nos tuvimos que separar porque teníamos que ir cada uno a nuestra casa.
-Hasta mañana- nos dijimos el uno al otro.
Al día siguiente me levanté queriendo ir al colegio para que me contara el secreto. Así que, me puse a desayunar muy rápido para llegar lo antes posible.
Sonó el teléfono y mi madre se levantó a cogerlo. Al colgar, gritó:
-¡Oh, Dios mío! ¡El primo Quique ha desaparecido!
Quique es mi primo. Vive muy cerca de mi casa. Y también es el mayor enemigo de Héctor.
Cuando fui al colegio, Héctor no había venido.
Ah, una cosa que no me gusta nada de Héctor: tiene un hermano pequeño, de la edad de mi hermano, de hecho son amigos y ayer se quedó a dormir en su casa; y otro mayor, de 17 años al que tiene casi esclavizado pues se lo hace todo: si los deberes son difíciles, se los hace, si su cuarto está feo, se lo ordena. Y no me gusta que lo consiga todo sin esforzarse.
Al día siguiente, sábado, mi madre pensó que mi hermano se quedaría un día más. Llamó, pero no estaba en casa de Héctor. También la madre de Héctor le contó que creía que ya le habían recogido, y también le contó que su hijo mayor tenía gripe. Entonces todo apareció en mi cabeza: Quique tenía gripe un día antes de desaparecer. Es el mayor enemigo de Héctor. ¡Claro! El martes se enfadaron los dos. Y mi deducción es esta: Héctor le dijo a su hermano que raptara a Quique. Éste le contagió la gripe. Mi hermano, al ir a casa de Héctor, supo lo sucedido y le raptaron a él también mientras era horario de colegio, y por eso no vino.
Un rato después, fui a casa de Quique. En la ventana había un pelo. Para hacerme si fuera un detective-científico, me dirigí a mi casa para averiguar el ADN del pelo. No había nadie. De repente, una persona vestida de negro y con la cara tapada, me atrapó.
Lo siguiente que recuerdo es que estaba en un sótano o algo así. ¡Estaban Quique y mi hermano! Luego le dije al anónimo:

-¿Quién eres? Por favor, no me digas la verdad.

Estaba casi llorando sólo de pensar que era mi mejor amigo. El enmascarado se quitó la máscara y…
No era Héctor. Era su primo mayor, que estaba gastándonos una broma. Resulta que todo lo habían planeado para darme un susto.

Jimena Alcalá Bautista 1º ESO