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martes, 5 de junio de 2012

Las leyendas de las banderas de las Comunidades






Los alumnos de 1º de E.S.O A y D cuelgan en clase sus trabajos con las leyendas de las banderas de las Comunidades Autónomas.



Yo quisiera, quisiera de Miguel Hernandez a 1º de E.S.O


YO QUISIERA,QUISIERA...
Yo quisiera,quisiera
yo quisiera ser agua:
un asiento de amor,
y de besos las nubes:
el silencio del aire y animales,
y de cariño los árboles,
el amigo en el que pensé,
el amor en el que soñé.
Yo quisiera,quisiera
yo quisiera ser flores,
las hojas de marfil,
los tallos de colores,
el sonido de mi corazón,
y los pétalos de color,
el hablar de silencios
y de surcos los labios.
ANDREA BRAVO GÁNDARA 1º A

Alí Babá




Los alumnos de 1º de E.S.O escriben un final para la historia de Alí Babá:


Cuando quedaba una estrecha rejilla para que la puerta se cerrase, Alí Babá entró rápidamente. De repente, se vio en una enorme oscura y fría cámara secreta con cientos y cientos de tesoros, monedas, joyas, oro, etc. Eran ladrones y se notaba que llevaban años robando. Pero no podía quedarse así, podía ser visto, y aprovechando el ruido y confusión de cuando todos vaciaban sus sacos de tesoros al mismo tiempo, se enterró entre las monedas. Se quedó allí hasta que los ladrones se fueron. Alí estaba maravillado. Llenó sus bolsillos de joyas y monedas, y siguió andando por la larga gruta. Vio que una grieta en el techo dejaba pasar un poco de luz que iluminaba algo. Fue hasta allí y vio que la luz iluminaba una preciosa corona de oro macizo con joyas y diamantes incrustados. La quiso coger, pero no le cabía en los bolsillos, así que vació el más grande y metió la corona. En cuanto se la metió, la cueva empezó a temblar y a hacerse grietas en el suelo. Alí salió corriendo y encontró una salida, y aunque una piedra casi la tapa, consiguió escapar. Estaba probándose la corona cuando vio a los 40 ladrones acercándose a él. Por un momento deseó ser invisible. Y lo consiguió. La corona te transformaba en lo que quisieras. 
Jimena Alcalá. 1º E.S.O A
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…Y allí estaba rodeado de aquel abundante tesoro, mis ojos no podían despegarse de él, mis sudorosas y sucias manos por la leña que parecían imanes que querían tocarlo para no soltarlo jamás; Y…y mis bolsillos como sacos sin fondo. Pero volví a  la realidad cuando pensé que si ellos eran ladrones…esas preciosas pertenencias tendrían dueño, así es, tendría que devolverlas!!!  Pero quizás no…Una parte de mí me daba la razón  dejándome comer por la avaricia y la otra… es que no sabría decir que era, quizás mi conciencia  que me, recordaba  aquellas palabras: "la avaricia rompe el saco”. En una voz nublada pero completamente entendible a la que deje de escuchar al percatarme de algunos ruidos ¡los ladrones! Me sobresalte y al no recordar aquellas palabras, probé con todo lo que se me pasaba por la cabeza pero al no conseguirlo me escondí, me escondí como un sucio cobarde y por si fuera poco tapé mi boca con mi mano, lo cual me recordaba a una niña pequeña. Pero abrí mis orejas como nunca lo había hecho.

Los escuchaba y oía como mucha atención, sin perderme en ninguna de sus palabras, anotándolo todo en mi cabeza, y con algo que tal vez fuera miedo, no veía mis ojos pero los notaba muy sensibles húmedos por las lágrimas escondidas en mis retinas y a la vez secos. Pronunciaron unas palabras que no puedo olvidar:  "probaremos con el banco de PITUSKO”. Así era, planeaban robar un banco lleno de dinero, y de personas que corrían peligro dentro de él. Al escuchar cómo se marchaba con risas entre dientes y  diciendo aquellas palabras mágicas que me permitieron escapar; pero antes de dejar ese precioso lugar, me llené de diamantes, oro, perlas y todo lo que vuestra imaginación  os permita imaginar. No sé cómo lo hicieron y eso que tomé un atajo y sin quererlo, pero por el bien de la población maltrate a mi burro para que corriera todo lo que podía y lo que no. Aunque ellos nos ganaros no pude evitarlo, era tarde, demasiado tarde para avisar a las autoridades pero mis esperanzas no estaban perdidas dado que podían rodearlos, apuntarlos con esas grandes pistolas, meterles miedo para que abandonaran aquel lugar y devolvieran todas las cosas que había en la fantástica cueva. mis pensamientos pasaron a la acción y con ella los cuarenta ladrones a la cárcel, los conté, los miraba a la cara y  podía leer sus ojos jurándome una venganza que siguen planeando entre rejas porque cada vez que los miro no veo nada más que rencor, no os habéis percatado pero si los veo todos los días dado que soy policía. Me gustó cómo la gente me daba las gracias y cómo resplandecían sus sonrisas devolviendo todas las cosas que había en la cueva permitiéndome verla completa mente vacía. Alí Babá  el jefe pero de los policías.
A veces salir de los cuentos y encontrarte con la realidad duele, molesta, nos confunde, nos pone tristes y nos estresa, tanto que nos da por llorar en clase de lengua, pero es necesario salir de ellos. Gracias por no preguntar y espero que te guste mi pequeña historia.
Julia Alaniz 1º E.S.O D
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Cuando Alí entró a la cueva encontró una ciudad muy pequeña, al fondo se veía un palacio. Alí siguió a los cuarenta ladrones que se dirigían al palacio. Pero Alí se estuvo parando en cada tienda, cuando de repente se chocó con una chica. La chica salió corriendo y el chico salió detrás de ella.
Alí se paró en seco, sorprendido al ver que había llegado al palacio, entró y oyó a un señor y al rey decir que la princesa se tendría que casar con el señor. Cuando el señor se giró, Alí le vio la cara y era el jefe de los cuarenta ladrones. Después de eso se encontró con la princesa, se enamoró de ella y ella de él. Al final Alí y la princesa vivieron felices y comieron perdices.
Beatriz Martín. 1º E.S.O D
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Alí Babá entró en la cueva donde vio muchísimo oro, joyas, diamantes y un carro nuevo donde pensó ''soy rico, rico; pondré todo lo que pueda en el carro y después conseguiré todo lo que necesite para empezar en un nuevo sitio, en otro lugar. Tendré esposa y un gran palacio al lado de un oasis gigante y precioso para bañarme, una guardia y mucho más . Conseguiré ser rico sin que nadie pueda hacerme daño pero antes tendré que llevarme esta fortuna y cada semana, un poco más''. Pero Alí Baba pensó que debería hacerlo de poquito en poquito sin que le descubriesen. Después de un año consiguió fama, inmunidad y riqueza, y un palacio donde quería que estuviese, también una esposa con cuatro hijos pequeños que hededarían la fortuna de su padre dividida entre ellos y vivir como reyes .
Alberto Martínez. 1º E.S.O D
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Allí, al fondo, se veía una luz, pero todo lo demás, era oscuridad. Los ladrones avanzaban rápidamente, y Alí Babá  los seguía, a una gran distancia. Las pisadas retumbaban por todo el túnel, perdiéndose en la lejanía. Las voces de los hombres llegaban en susurros, aunque alguna palabra la bramaban más fuerte. Llegó un punto en el que no oyó más que los aleteos de los murciélagos, las voces se habían extinguido, al igual que la luz. Alí Babá maldijo por lo bajo, y se echó a correr en la oscuridad. Más de una vez cayó al suelo, por culpa de ramas o piedras.
Un fuerte dolor le apareció en la cabeza, y se extendió por todo el cuerpo. Más tarde vio una luz, y luego, otra vez oscuridad.
Despertó tiempo después, aunque si le hubieran preguntado cuánto tiempo pasó inconsciente, no habría sabido decirlo, ya que solo una antorcha iluminaba la sala.
Una sala en la que todo era de oro, el suelo, las alfombras, las columnas, las mesas y sus sillas, los azulejos, todo, miraras donde miraras, había oro.
Y al fondo de la sala, un cofre lleno de monedas de oro. Alí Babá corrió hacia él, cogió un puñado de monedas, y las tiró al aire. Escuchó el sonido de las monedas al caer, y cogió otro puñado, y se las pasó por la cara, oliéndolas, acariciándolas, como una niña con su muñeca.
Estuvo así mucho tiempo, y ciego y sordo por aquel tesoro, no se dio cuenta de que alguien se aproximaba a él. El intruso le tocó el hombro, y del susto, Alí Babá tiró todas las monedas.
-Míralo, grábalo en tu memoria, porque será lo último que verás- dijo el hombre.
Y le dio un golpe en la cabeza.
Alí Babá se desplomó sobre él, muerto.
Lucía Gómez. 1º E.S.O D

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