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sábado, 21 de abril de 2012

Érase..

Érase una vez una niña llamada Julia que se enamoró de una guitarra, de un piano, de un clarinete y de una batería preciosa. Se le daba bien tocar todos estos instrumentos, pero ella no quería quedarse en su pueblo, quería triunfar por todo lo alto... Lo que pasó es que esa niña se tuvo que mudar a España por el trabajo de su padre. Julia antes de mudarse era una niña muy abierta, alegre, divertida… pero el cambio le afectó y empezó a callarse en clase, a no hablar con nadie y a olvidar su sueño de triunfar y lo peor fue que se olvidó de la música. Su madre y su padre se preocuparon mucho al ver a su niña “apagada”, recurrieron a un psicólogo que habló mucho con Julia (bueno, él preguntaba y ella contestaba sí o no). Un cierto día, el psicólogo  recomendó a los padres de Julia que se apuntar en teatro para que se quitara el miedo (no era miedo, Julia tenía tristeza por haber “abandonado” a su primos, tíos, amigos y abuelos).  Aquella misma tarde fue a clase de teatro conoció a Saskia, una señora muy loca que fue capaz de sacarle una sonrisa, y a una  niña de su misma edad, de su misma clase y empezó a hablarle  (ella también era muy tímida; yo por un momento pensé: "quizás  estemos aquí por lo mismo"…). Sí que le vinieron bien las clases de teatro y retomó su sonrisa  y empezó baloncesto,  hockey , claqué y muchas cosas más pero música no, todavía tenía miedo y sí lo reconozco, tenía miedo….
Julia Alaniz. 1º E.S.O D

Unas vacaciones en la playa con mis compañeros de clase

Antes de nada, quiero avisar de que no me hago responsable de las prematuras muertes de mis compañeros, ni de sus tragedias psicológicas, y mucho menos de la falta de alguna parte de sus cuerpos. Y ahora sí, empezamos con la historia. 
Siéntanse, respiren hondo, y prepárense para entrar alguna donde mis sueños se hacen realidad.
Aquella mañana era una de esas mañanas que estás tan cómoda en la cama que no quieres moverte, una de esas mañanas, en el que el sol intenta colarse por las rendijas de la persiana, e ilumina débilmente la habitación... ¡Pero no, tuvo que venir alguien a fastidiarme mi bonita mañana! Entró corriendo a mi habitación (yo todavía ni sé cómo logró llegar hasta mi habitación) y me gritó al oído:
-¡LUCÍA, LUCÍA! ¡Levanta el culo de ahí, vístete, lávate y haz la maleta, que nos vamos de paseo!
Yo, asustada todavía del susto que me había pegado, le grité al mismo tono:
-¡VALE, YA VOY! ¡No hace falta que me chilles!- y de repente, me vino a la cabeza una duda-. ¿De paseo y con maleta?
-¡Sí! ¡Nos vamos de viaje a una isla que está en no sé dónde ni lo quiero saber!
Y dicho esto, salió de mi cuarto a toda pastilla y se perdió en la oscuridad del pasillo.
Al cabo de media hora aparecí en la puerta del instituto, con mis pelos revueltos y mi maleta. Y ojo, ni era la única que iba así, eh.
Isa iba medio zombi, con la maleta en la mano y tambaleándose hacia los  lados. Parecía borracha, la pobre. (No digas nada Isa, que te conozco).
También ví a Elena y Ada haciendo el tonto, como de costumbre.
Andaban por allí Javi 1, Javi 2, Dragos, Alberto, Guille y Allan peleándose, y eso que tenían unas ojeras que parecían monstruos...
Para aclarar, Javi 1 es Pérez y el 2, el que sobra.
Un poco más lejos estaba López chinchándose con su prima, Carla, y esta, con su risa tonta.
Tallón y Carlos estaban tumbados en el suelo, tomando el sol, sus rayos les calentaban imaginariamente.
Teresa no apareció, al igual que Elia y Lesly.
Bea, Vicky, Julia y Alba estaban detrás mía haciendo no sé qué.
Y luego aparecieron Jorge y Flavio. Jorge con cara de "No me toques la cresta", y eso que no sabe ponérsela, y Flavio con cara de "Si me miras te mato".
Y así, una vez todos reunidos, nos subimos al "tubús", como dice Julia.
Cuando llegamos al aeropuerto cogimos el avión. El trayecto fue un HORROR, no había quién los soportara. ¡Parecía que les hubieran puesto un cohete en el culo!
Menos mal que todo eso acabó, y cuando bajamos del avión, respiré aire puro, al fin.
Me di la vuelta, y vi a Lucía subida a unas palmeras, y gritaba:
-¡BIENVENIDOS A... SUPERVIVIENTES DE LUCÍA!
-Yo la mato- dije por lo bajo.
Bueno, y ahí fue donde empezó todo.
Allan fue el primero en empezar a hacer el imbécil, seguido de Tallón y Javi 1. Se subieron a los árboles, cogieron una liana, y chillaron:
-¡SOY TARZÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁN!- a la vez que se balanceaban sobre esta.
Otros se tiraron al agua gritando:
-¡AL AGUA PATOOOO!
Para que luego digan que no están como una cabra...
Las tres o cuatro personas que quedábamos decentes, nos pusimos a pensar cómo íbamos a dormir y a comer.
Así pues, nos pusimos a buscar comida mientras los otros hacían el Tarzán y el Pato.
Me adentré en la selva (para aclarar, la isla estaba incomunicada, y estaba compuesta por selva). Según iba adentrándome la vegetación se hacía más espesa.
Aparecían monos, sí, monos, que tenían la misma cara que Allan. "Tal vez podría convencer a Allan para que se quede a vivir con ellos...", pensé, pero enseguida deseché la idea, porque ni los monos le soportarían.
Enseguida divisé árboles con frutos que parecían comestibles, así que cogí unas cuantas y volví a la playa.
Cuando regresé, todos se habían cansado, y estaban revisando su equipaje en busca de comida, ya que estaban hambrientos.
Me reuní con ellos, y vimos la comida que teníamos. En total, teníamos cinco paquetes de jamón, otros tantos de lomo, cuarenta y nueve paquetes de galletas, veintidós bocadillos y la fruta que habíamos recogido. En definitiva, que  nos íbamos a morir de hambre. Como mucho, aguantaríamos dos o tres días, debido a nuestros "grandes" dotes para la supervivencia.
Esa noche la pasamos muy mal, hacía mucho calor y teníamos hambre.
Nos despertamos con las primeras luces del alba, y mientras desayunábamos, Julia propuso adentrarse a la selva en busca de más comida. Algunas personas, como Flavio, no quisieron ir, ya que decían que "no había ganas". Pues eso, que nos adentramos todos a la selva otra vez. Los frutos que recogíamos los guardábamos en las maletas que traíamos. Otra vez vimos a los monos, que se nos quedaron mirando. Y a Allan y Tallón, no se les ocurrió otra cosa que empezar a hacer ruidos parecidos a los monos, trepar por los árboles y "hablar" con los monos.
Simplemente, nos morimos de risa.
Como ellos no quisieron continuar, porque se querían quedar a vivir con los monos, los demás continuamos. Y yo creo, que más de uno pensó "por fin mi sueño se ha hecho realidad". Y a partir de aquí, más problemas. La selva se hizo más tupida, ojos nos miraban desde la oscuridad...
Gente, no voy a decir quién por si luego me odian, salieron corriendo, con las maletas a rastras y gritando como posesos, tenían miedo, supongo. Luego, cuando volvimos a casa, los encontramos en el psicólogo, pero eso ya es otra historia.
Seguimos caminando hasta que Victoria tropezó, pero no fue porque ella camine mal, sino que alguien había puesto una liana en forma de trampa. Y de la nada, salieron Flavio e Isa, que antes se habían quedado en la playa, y gritaban:
-¡PREHISTÓRICOS, PREHISTÓRICOS EN TODA LA ISLA!
Y bueno, pues todos a reír.
-¡Es verdad!- gritaban Isa y Flavio-. Si no, ¿cómo explicáis que Allan y Tallón no están?
-¡Se han quedado a vivir con los monos!- gritó Alberto.
Y otra vez a reír.
Pero luego, un grito de guerra se extendió por toda la selva.
De la nada, salieron gente, parecían indios.
Cogieron a personas por los brazos y piernas, y algunos que se resistieron, quedaron sin brazos o piernas. Y lo demás, es borroso.
La gente que quedábamos seguimos avanzando, huyendo de los indios. Luego encontramos una pequeña civilización, que nos ayudaron y llamaron a equipos de rescate.
Dijeron que las personas que se habían quedado atrás, no volverían jamás. Pero no fue así, ya que los que se fueron corriendo, ahora están en el psicólogo, los recogieron un helicóptero. La semana que viene irán al manicomio. 
Lucía Gómez. 1º E.S.O D
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Hace mucho tiempo estaban dos mejores amigas, llamadas Diana y Martina. Ellas siempre estaban alegres y contentas, hasta que un día se interpuso un grupo de otro curso. Ellos las insultaban, pero aunque las insultasen, ellas pasaban. No aguantaban ya más estrés y se fueron a vivir a la playa. Allí, aprendieron a surfear gracias a dos chicos muy majos. Se hicieron campeonas mundiales de surf, incluso también conocieron a Jimena; una campeona mundial de surf. Jimena conoció a un chico, que este, al instante, se enamoró de ella. A todas le iba genial, habían hecho bien en mudarse, eso era lo que pensaba Martina y Diana.
Martina Aparicio. 1º E.S.O A
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En la clase de 1ºA del I.E.S. Alpedrete había una alegría increíble, ya que toda la clase iba a ir a un concurso en una de las mejores islas del Caribe. El concurso se llamaba ´´Supevivencia Escolar ``, que consistía en que toda la clase debía de recorrer toda la isla en el tienpo límite de un día.

El recorrido iba a comenzar, a cada niño se le asignó una botella de agua y una mapa lo llevaban el delegado. Sonó el pistoletazo de salida y todos los chicos salieron corriendo y las chicas andando. Raquel y Patricia, las más quejicas, le dijeron a los chicos que bajaran el ritmo y así hicieron. Todos fueron andando y charlando hasta llagar a un río que no sabían cruzar ya que la corriente era muy fuerte. A Adrián y a Fernando se le ocurrió tomarse todas las botellas para luego hacer una blasa cosiéndolas las con ramas, que se encargaban de hacerlo los que supieran coser.
Cruzaron el río y se encontraron a los chicos del Jaime Ferrán, Malik gritó ´´a correr`` y eso pasó todos corrienron pero al final ganó Javier del instituto de Alpedrete en el sprint final. A cada niño se le dio un vale de 1000 euros para cualquier tienda.

Felipe León. 1º E.S.O A
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