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lunes, 6 de octubre de 2014

Jugando con las palabras en 1º de E.S.O.

Inventa una historia, de no menos de quince líneas y en no más de 45 minutos, en la que aparezcan las siguientes palabras: arboleda, paraíso, lentejas, abuelos, aquí, hipopótamos, salud, hablando, reino, amistad, encierro, soldado, pobre, antiguo, cercano, no, puede, llegada, pueblo, leyenda.

Pedro Ortiz. 1º C
El otro lado de la luz
Me llamo Frank aunque mi único amigo me llama Frik. Mi amistad con Josh es extraña. Josh no es un niño normal, ni un soldado del rey, no es pobre, ni tampoco rico, solo es feliz. Josh es un alma perdida en nuestro mundo, sí como un fantasma, por así decirlo. No es malo como lo describen mis abuelos. Lo conocí con cinco años. Estaba en una arboleda y entonces le oí gritar fui a ver qué pasaba y cuando llegué a donde estaba dejó de gritar y sonrió. Siempre le he dicho que quiero ir con él a su reino pero él me dice: “Frik el otro lado de la luz es difícil de ver, solo llegarás a él si…” Y no me dice lo último.
Yo creo que si me encierro en mi cuarto y pienso… sabré la verdad, puede que se trate de un portal antiguo, cercano a mi casa, o que esté en mi pueblo.
Aquí en la tierra no puedo ver a Josh. Josh dice que mi abuela parece un hipopótamo. Josh y yo siempre estamos hablando, saco el tema de su mundo y se va. El es una leyenda o eso dice, estornudo y le dije: “salud”.
Me fui al pueblo y entonces Josh me dijo: ¡¡¡ Cuidado !!!
Vi un coche acercarse rápido a mí y después, vi, una luz. Y vi a Josh esperándome, llorando. Escuché a mis padres gritar y a una ambulancia pero solo quería cruzar al paraíso con Josh,

AL OTRO LADO DE LA LUZ.

Diego Orive. 1º C
El próximo fin de semana iba a visitar a mis abuelos, ya que mis padres se iban con unos amigos de Quito (capital de Perú) al Reino Unido.
Yo, el sábado trece de octubre, iba a ir con mis abuelos al paraíso animal, al zoo. El viernes me dejaron en su pueblo. La llegada fue apacible ya que el paisaje me encantaba. Mis padres se fueron nada más llegar  y yo  degusté las ricas lentejas de mi abuela. El pueblo era muy antiguo y tenía mucha curiosidad por saber lo que había allí. Vimos un pobre soldado y nos contó una leyenda un poco aburrida de la procedencia de esa pequeña aldea que mis abuelos no recordaban o no sabían. Al llegar a su casa, estilo americano, me senté en una arboleda de olivos a escribir a Miguel, una amistad que había hecho en el colegio y que aún conservaba.
Al día siguiente, salimos a las 11 de la mañana hacia el zoo. El camino fue tedioso ya que había atasco y tardamos algo más de lo previsto. Al llegar,  tras hacer 25 minutos de cola, entramos y vimos un animal que me llamó mucho la atención: el hipopótamo, un animal grande, robusto y muy pesado. Un señor que provenía del Congo nos dijo que era el animal más peligroso de África.  Luego me acerqué a una máquina expendedora de bebidas ya que estaba sediento y me dijo el aparato: “No puede comprar”. Resultaba que estaba rota. Yo andaba de aquí para allí buscando a mi abuelo que había ido a comprarme una Fanta.
Después de beber, nos acercamos a ver los elefantes. Había dos, uno de ellos tenía problemas de salud.

Ya en casa de nuevo terminé ese día fascinante hablando con mis abuelos. Y ya en la cama me acordé del cuidador de animales, que decía: “ya encierro yo a los gorilas”, quién fuera cuidador de animales.

Carlota Atela. 1º C

Hoy vamos a pasar el fin de semana en casa de mis abuelos. Mientras en el coche estábamos hablando de las ricas que hace mi abuela las lentejas, puede que esas lentejas sean más pequeñas, pero están riquísimas. A la llegada del pueblo vimos a mis abuelos en la puerta esperándonos. Cuando nos bajamos del coche les dimos dos besos y entramos en la casa era bastante bonita, a mí me gustaba mucho ir, también porque tengo una amistad desde hace muchos años con Sergio, un niño de allí del pueblo. Cuando terminé de comer fui a buscar a Sergio, le dije que había en el bosque un sitio muy bonito con sus arboledas. ¡Vamos, era un paraíso! Sergio le puso al bosque el reino del hipopótamo, cerca había un castillo con un soldado en la puerta de escultura. Sergio me dijo que aquí en el castillo uno de los sirvientes era pobre y por eso trabajaba sirviendo al rey. Por eso le conté yo una historia que me contó que mi abuelo empieza así: hace muchos años vivía un rey y una reina con sus tres hijas, el rey le dijo a uno de sus trabajadores. –Si no puedes ir a por frambuesas al río, te encierro con los leones, por eso el trabajador iba peor de salud pero al rey le daba igual. Por eso dice la leyenda que si cada cuatro años no vas al río a por frambuesas te pondrás enfermo.

Lucía Hernández. 1º C
El día después de reyes toda la familia fuimos a comer a casa de los abuelos. Cuando llegamos allí estaban el abuelo y la abuela cocinando unas lentejas, a todos nos encantaban las lentejas pero sobre todo como olían, parecía un paraíso . Entre todos pusimos la mesa: 
-¿Dónde están las cucharas ?- preguntó mi hermano. 
- Aquí - le contestó mi padre.
Nos sentamos a comer, estábamos todos hablando de que nos habían regalado. 
-Abuelo, cuenta algunas de tus historias. 
- Vale, pero no me interrumpáis y escucháis todos: 
Érase una vez, en un valle muy cercano, no, puede que lejano, un pueblo muy antiguo, tranquilo con un rey, con una salud estupenda. 
Un día el rey puso un cartel: 
"Busco a un soldado inteligente y hábil, para ello deberá pasar unas pruebas, las cuales empezarán mañana. En el castillo". 
               Firmado: el rey 
Al día siguiente, fue la llegada de muchos soldados de todas partes con sus caballos, armaduras, espadas ... pero había uno en especial que no tenía de nada parecía pobre . La primera prueba consistía en atravesar una arboleda  de un extremo a otro y llegar antes del atardecer, en esta prueba se eliminaron los que no sabían orientarse y los más débiles, pero el hombrecillo seguía en pie . Todo la gente hablaba de él, de cómo podía seguir con lo débil y pobre que era. Ese chico se llaman Juanjo. Venía de una familia del Norte, pero era muy listo y apreciaba mucho la amistad. Las siguientes pruebas las pasó sin esfuerzo; cruzar un río llenos de hipopótamos, la prueba del encierro que consistía en permanecer encerrado sin comer ni beber hasta que uno se rindiese . Ya sólo quedaban dos dos, Juanjo y otro caballero. La última prueba consistía en contestar una pregunta, una pregunta que Juanjo acertó. Juanjo fue soldado durante muchos años, el mejor del reino. Dice la leyenda que todavía siguen llegando soldados para intentar superar las pruebas, pero nadie lo ha conseguido con su destreza.
- ¡Abuelo , me ha encantado ! 
Todos aplaudimos ¡nos había encantado! 


Sara Mas. 1º C
En verano, hicimos un viaje con mis abuelos en barco por el Caribe, a una isla que decían que era un paraíso. Ellos fueron hablando todo el camino sobre la isla y decían que era muy agradable, que el agua era cristalina y que había tiburones. Decían que era una isla desierta y que sólo podían ir barcos. Esa noche hubo una horrible tormenta y mi abuelo nos dijo:
-Puede que no lleguemos a la isla y naufraguemos, poneos los chalecos salvavidas y coged provisiones.
Efectivamente el barco naufragó. Se chocó con una roca cerca de la orilla y conseguimos llegar nadando. A la mañana siguiente miramos las provisiones que teníamos: una lata de lentejas precocinadas, una barra de pan mojado y una manzana. Esas eran nuestras provisiones.
-Pero aquí en la isla, dijo mi madre, hay cocos y plátanos y podemos comer a base de eso hasta que alguien nos rescate. Por ello mi padre y yo, nos adentramos en la arboleda a buscar comida para sobrevivir. Allí había un  lago y en él había pájaros e hipopótamos. Yo vi al fondo un pico, como el de una torre. Se lo dije a mi padre pero él no me creyó porque no lo veía. Así que esa noche me adentré en la isla y descubrí un reino dividido en pueblos que estaban todos cercanos entre sí, y yo me colé en el pueblo más cercano. Allí hacían algo muy curioso en las fiestas de ese pueblo. Hacían encierros y el alcalde contaba cada día una leyenda al pueblo. Pero había una cosa mala. Había gente a la que no le gustaba eso y se rebelaba contra el alcalde. Sobre todo era gente pobre, no sé por qué, y los soldados tenían que arrestarlos a todos y meterlos en la cárcel. También me fijé en que el palacio era muy antiguo y se caían trozos de pared de vez en cuando. A la llegada al pueblo hice amistad con muchos niños que me contaron una cosa horrible: allí no había medicinas y el rey tenía muy mala salud y pronto moriría, pero justo en ese momento oí unas voces que decían: ¡Sara, Sara, Sara!.  Era mi padre despertándome y diciéndome que era viernes y que tenía que levantarme porque si no, no llegábamos a la ruta.